Tertulia en la cárcel
27 de marzo de 2018

Salto 1

El siguiente es un extracto de Anotaciones a la Libertad II. El original fue escrito por el interno Germán Gracia. Los lectores pueden dejar un comentario al final del escrito para poder llevarlo al autor del manuscrito. 

09:30 a.m.
Escucho: “Traer un escrito, tema libre”, dice la voz femenina
que alegra la pajarera.
06:00 p.m.
Mmm… cómo escribir un cuento, no lo sé. ¿Cómo
debo empezar? Tal vez, “érase una vez”, bah… no entiendo
para qué pierdo tiempo en ello, solo quería salir un
rato del patio a respirar algo diferente y tratar de alejarme
del frío congelador que emerge del piso de esta prisión.
Brota del piso como esas enredaderas que se enrollan
y trepan sin cesar sobre su víctima, sin abandonarlo
nunca, y se entrelazan los dos formando un témpano de
hielo inerte y frío.
En fin, tal vez me estoy quejando mucho, solo por tener
un comienzo de día hostigante, jum, como todos los días.
Te levantas, no hay agua en el baño, estás en carretera
escuchas: “¡A levantarse, arriba ratas, arriba, ya ya ya ya!
¡Bultos y colchonetas, muévanlo, no están en la casa, a los
baños, a los baños; los de aseo rápido, escobas y traperos!”
Finalmente hay como 80 almas en un espacio de dos
metros por seis metros. “¿No caben, yo les ayudo?”, y el
encargado de disciplina empuja a diestra y siniestra para
quedar en algo parecido a una caja de sardinas. Sin la salsa obviamente, pero el olor apenas si cambia.
Son las 6:30 a.m., al parecer el desayuno va después
de la primera contada; no hay más por hacer que esperar
y, si tienes manera, te tomas un tinto, aquel que por unos
segundos te da la sensación de estar libre de esa enredadera,
¿recuerdas?
Ahh, aceptable, salgo al patio, observo una mañana
tímida que no termina de desperezarse y sus parpados
de nubes no se abren para dejar ver por un instante en
el fondo ese brillo de calor que esconden… pienso, debo
salir a hacer algo, algo diferente. Aún no me recupero,
hace un año que estoy aquí y siento que apenas fue ayer.
¡Rayos, debo salir! Pero ¿cómo puedo?, mi mente, tal
vez penetrada por algunas ramitas de la enredadera, no
me deja deslucir con claridad, quisiera salir a biblioteca,
pero… ¿quién estará de guardia?
“¡De a 5, de a 5!”, gritan al fondo y me sacan de mis
pensamientos y viene el conteo. Pasan 20 minutos o más
y luego escucho “¡Pasillos, pasillos!”, el desayuno se va a
distribuir… luego salimos del pasillo en perfecto orden,
como una fila de un jardín de niños. Recibimos una arepa
más congelada que nuestro cuero y un café con sabor a
una combinación perfecta de residuos de agua panela y chocolate del día anterior, en el fondo “Esos instructores,
esos instructores”, me digo “Podrían ser los del Sena”.
Luego llegamos a la biblioteca y, allí, una chica afirma
que hoy vamos a ver una película en la pajarera… continúo
con el seguimiento y conozco la pajarera y entiendo
por qué el nombre. Es como una jaula suspendida a la altura
de un segundo piso con uno que otro compartimiento
con rejas.
Entramos en un cuarto donde hay un televisor de 5
pulgadas aproximadamente, un DVD y 8 personas las
cuales nos sentamos en unos pupitres individuales que
me hacen recordar la época de colegio, donde nunca me
había imaginado estar por aquí. Después de un ratito, llega
la misma chica de la biblioteca la cual es una Doc. o
profesora o psicóloga, se presenta y saluda a este novato
de manera informal y lo pone al tanto de lo que se realiza
en estas “tertulias literarias”. Paso a seguir, nos coloca
la película que consiste en seis cortometrajes que, con
sarcasmo y exageraciones, cuentan el accionar del ser
humano que está fuera de sus cabales y nos deja ver una
cruda realidad. Sin embargo, me genera muchos recuerdos
de cuando era libre, con pequeños triunfos y grandes
fracasos, pero libre. Corto de película sobre matrimonio parecido al mío,
pero con un final un tanto diferente; estando en mis recuerdos
se termina la película… no siento más saltos, eso
pienso. Un salto es cuando estoy pendiente de hacer un
escrito y siento que salto en el tiempo atrás, recuerdo y
vivo otra vez lo mismo.
Bueno, escucho nuevamente: “Escribir algo sobre un
tema libre”, nos dice nuestra orientadora y llego nuevamente
a mi realidad, no sé escribir cuentos, historias,
nada y lo debemos hacer para la próxima clase, o mejor
para mi próxima fuga. Pero no sé, mmm, no sé escribir,
será mejor que le diga a mis compañeros perseguidos
por mí, hoy que le digan a nuestra guía, que no pude salir…
no tengo pin de 3.

(Vea el libro completo aquí: Anotaciones a la Libertad II)