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19 de mayo de 2017

Sistema penitenciario de Brasil, ¿un sistema fallido?

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La ola de violencia en las cárceles brasileñas de los últimos años y la magnitud de los eventos ha llevado a muchos expertos a afirmar que el sistema penitenciario brasileño fracasó y que el Estado perdió completamente el control sobre las cárceles. Uno de los antecedentes más importantes de la violencia fue la masacre de Carandiru del 2 de octubre de 1992. Tras un motín, resultaron muertos 111 reclusos de los cuales 102 fueron asesinados por la Policía Militar del Estado de Sao Paulo y 9 murieron durante el motín.

 

Episodios más recientes como el del Complejo Penitenciario Anísio Jobim de Manaos en Amazonas parecen revivir el evento. Se presentó un motín el 1 de enero de 2017 que dejó como saldo 56 muertos. Muchos fueron decapitados, mutilados y quemados por parte de los mismos reclusos en el enfrentamiento. Se asegura que fue un ataque del Comando Vermelho (CV) contra el Primeiro Comando da Capital (PCC), las dos organizaciones criminales más grandes del país que se disputan el control de las rutas del narcotráfico. (También le puede interesar: Suecia y Finlandia: transitando un camino hacia la no carcelización de los cuerpos)

 

El 6 de enero de 2017, cinco días después del episodio en Manaos, en la Penitenciaría de Monte Cristo, en Boa Vista, capital de Roraima, fueron asesinados 33 reclusos; también decapitados y mutilados. Se cree fue la venganza del PCC contra el CV.

 

La situación de la cárcel Alcaçuz de Natal también refleja la problemática. Allí existen 12 guardias por cada 500 reclusos. En muchos lugares de la cárcel no hay guardias, lo que ha propiciado la formación de más bandas y poderes internos. En este establecimiento se presentó un motín que duró casi 48 horas y que dejó un saldo de 26 muertos, casi todos decapitados.

 

La explicación a este problema viene dada por varios factores que no necesariamente son recientes, entre ellos:

El hacinamiento

Brasil contaba en 2014 con una población carcelaria de 622.202 reclusos y una tasa de ocupación del 161% respecto del año 2000. Es el cuarto sistema carcelario del mundo con mayor hacinamiento después de Estados Unidos, China y Rusia.

El hacinamiento provoca no sólo escasez en los recursos, por los que tienen que competir los reclusos, sino que no permite tener a los bandos rivales separados, genera tensión en las celdas y contribuye a la generación de violencia.

La escasez de recursos

Muchas de las prisiones no cuentan con los equipamientos básicos para mantener la seguridad de los reclusos, no hay suficientes guardias y las condiciones son precarias por la ausencia de servicios básicos. Todo lo anterior está relacionado con la corrupción en el sistema y la indiferencia del Estado con la situación.

La guerra de las bandas por el control del narcotráfico. Uno de los factores que más ha promovido la violencia es la guerra entre las organizaciones criminales por el control del narcotráfico en el país. El PPC y el CV tenían un pacto de no agresión que se rompió y que ha generado los ataques y episodios violentos en las cárceles que ya ha cobrado más de 130 muertos en lo que lleva del año. (También le puede interesar: Controversia sobre las condiciones de prisión del responsable de la masacre de Utφya (Noruega))


Fuentes

 

Imagen

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Flag_of_Brazil.svg