Con criterio
8 de abril de 2020
Víctimas de la cuarentena
Por esta época de cuarentena, las circunstancias que hacen más probables los incidentes de violencia al interior de los hogares se han multiplicado. La convivencia permanente con compañeros controladores y violentos, la ansiedad generada por el confinamiento, las limitadas opciones de recreación, la tensión derivada de la falta de equilibrio en la asignación de tareas domésticas y la presión económica que soporta la mayoría de núcleos familiares han aumentado la ocurrencia y gravedad de los episodios violentos.
Los derechos al bienestar y la tranquilidad de las mujeres y de los niños (principalmente) al interior de sus casas han sufrido un desproporcionado impacto debido a las medidas de aislamiento extremas adoptadas en respuesta al virus Covid19. De hecho, se esperaba que esto pasara y este conocimiento hace doblemente responsables a los gobiernos frente a dichas victimizaciones.
En efecto, es ya bien conocido que durante los fines de semana, las horas nocturnas y las ocasiones en que se reúne la familia aumentan los incidentes de violencia. El día de la madre, por ejemplo, es la festividad más violenta del año. Era de suponerse entonces, que un confinamiento tan prolongado como el que estamos viviendo dispararía las cifras. Más aún, por la experiencia de China, país del que se importó el modelo del aislamiento, la experiencia de países europeos, y la advertencia que hiciera la relatora especial de la ONU sobre la violencia contra la mujer, el fenómeno colombiano de violencia intrafamiliar exacerbada en tiempos de cuarentena no era más que la “crónica de una muerte anunciada”.
En la provincia china de Hubei, el aumento de violencia doméstica se triplicó con ocasión de la cuarentena. En España, Francia, Italia, Chile, Grecia, Chipre y Colombia, para dar solo algunos ejemplos, el número de llamadas telefónicas a las líneas de apoyo han sufrido aumentos vertiginosos en comparación con los mismos periodos del año pasado. Las respuestas que frente a esto se han ofrecido son aumentar la capacidad de los canales telefónicos y virtuales de asistencia, establecer que las palabras “Mascarilla 19” constituyen una alerta para que los empleados de las farmacias puedan saber que una mujer está siendo victimizada y poner a disposición hoteles como lugares temporales de refugio. En Colombia, la vicepresidencia está haciendo circular un mensaje que dice así: “Mujer: si quedarte en casa significa soportar a quien podría ser peor que el mismo virus… no olvides que nuestra línea 155… estará disponible 24/7”. Notable es que, aún siendo la amenaza peor que el mismo virus, no se le da permiso a la mujer de salir de su casa.
Es muy grande la duda que siembra la efectividad de estos recursos. Cuando los factores protectores más importantes no están a disposición (acudir a familiares o amigos que puedan ayudar -red de apoyo- y estar alejada del ofensor) de poco sirve la comunicación remota con autoridades que, por cierto, están volcadas a la atención del problema de salud pública.
Aunque es difícil comunicarse con cualquiera cuando se tiene cerca al compañero agresor (quien usualmente utiliza técnicas de vigilancia permanente) y deben ser innumerables los casos que ni siquiera llegan a nuestros oídos, las llamadas a las líneas de asistencia nos dicen algo de la magnitud de la cifra oscura de la criminalidad a nivel intrafamiliar. Basta saber que al paso que las llamadas a líneas de atención por violencia intrafamiliar han aumentado en más de un 100% con respecto al año pasado, las denuncias por el mismo motivo han disminuído en más de un 50%. Pese a la cifra oscura, a 8 de abril son 12 las mujeres que contamos como muertas a manos de sus parejas durante el aislamiento obligatorio en nuestro país.
Se está haciendo hasta lo imposible para evitar que las víctimas del virus aumenten. Me pregunto: ¿Cómo evitar que aumente el número de víctimas de esta -al parecer indefinida- cuarentena?
El aislamiento ha develado algo de la forma en que se construyen muchas relaciones familiares ¿Se cimientan en el amor, la cooperación y el equilibrio? ¿Cómo evitar dentro del núcleo familiar la intolerancia, la fuerza y la dominación?