Con criterio
15 de enero de 2020

Los ignorados por el sistema: Análisis criminológico en tiempos de paro nacional de la película “El Joker”

El joker ha sido una película tremendamente aclamada por la crítica por su producción, actuación, fotografía, pero, en especial, por su acertado desarrollo de las enfermedades mentales y lo que estas pueden detonar cuando no son tratadas de manera adecuada por el Estado y la sociedad misma. Algo inesperado que se ha puesto de presente últimamente es la similitud y posible influencia del contexto de violencia y tensión social en el que se desarrolla la película con las protestas a nivel latinoamericano de los últimos meses.

Además de lo anterior, se encuentra inmerso en su trama otro tema muy importante: la criminalidad como fruto de las ineficaces políticas públicas y criminales del Estado y de una sociedad indiferente, que en muchos casos contribuye a la marginalización y exclusión de ciertos sectores de la ciudadanía. En estas condiciones se produce el escenario idóneo para la comisión de los delitos más investigados y juzgados por nuestro sistema, es decir, aquellos cometidos por quienes crecen envueltos en contextos de pobreza y violencia.

Su narrativa, sin embargo, se estructura sobre la base de la criminalidad y su nexo con enfermedades mentales. Estas, según la OMS (Organización Mundial de la Salud) abarcan una amplia gama de trastornos, que se caracterizan por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás[1]. Aunque muchos de estos padecimientos se han asociado a lo largo del tiempo con la comisión de crímenes, estas afecciones, tal como se resalta en la película, no son el detonante de sus actos criminales, sino que detrás de estas se encuentra el abandono estatal que junto a la ignorancia e insensibilidad del colectivo social potencia la frustración y resentimiento del individuo a tal punto que lo llevan a la materialización de sus pensamientos criminales.Esta idea plasmada en la película no solo aplica para personas que padecen enfermedades mentales, sino también para todas aquellas históricamente ignoradas por el sistema, es decir, los individuos que han sido marginados y excluidos a razón de su condición mental, de su clase social, de sus ideologías contrarias al gobierno de turno, entre otras. 

“For my whole life, I didn’t know if I even really existed. But I do, and people are starting to notice” Joker, 2019

Los ignorados por el sistema, desde una visión nihilista[2], al estar excluidos o marginados de la sociedad, están en una posición de no tener nada que perder, pues están en una situación tan indeseable que cualquier otro escenario sería mejor que ese, posición sumamente problemática para el Estado, que en la mayoría de los casos, es el mismo que la desencadena. Hay quienes plantean que, los que están en esta posición, aniquilan la realidad[3], esto es, se salen del marco de la racionalidad para actuar de manera tal que consigan sus fines sin una rendición de cuentas consciente de sus actos ante terceros ni aún ante ellos mismos[4], pues la desesperación que conlleva la miseria ha llegado a un punto tal, que la explosión de emociones es inevitable.

Lo anterior se refleja de manera fiel en el transcurso de la película, específicamente en relación con quienes padecen trastornos mentales, pues se nos muestra que, aunque la vida de Arthur Fleck -Joker- desde un comienzo se ve marcada por la precariedad e inestabilidad mental, él era parte del sistema, pues estaba ligado a instituciones como el trabajo (su quehacer como payaso), la familia (su vínculo cercano con su madre), el Estado (el servicio médico al que acudía para tratar su trastorno) y, aunado a eso, mantenía sus expectativas de triunfar socialmente por medio de la comedia. Sin embargo, en su desarrollo, poco a poco se va desligando de cada una de estas instituciones y expectativas, incluso gestándose en sí un odio por ellas, lo que lo convierte ahora no en un marginado, sino en un excluido social. Como el joker mismo asegura en el Show de Murray cuando se le pregunta por qué confiesa sin temor el asesinato de los 3 hombres de Wall Street, él ya no tiene nada más que perder.

“I’ve got nothing left to lose; nothing can hurt me anymore” Joker, 2019

El paso de la marginalidad a la exclusión en la cinta origina el quebrantamiento del personaje principal y tal como ha expresado el mismo joker encarnado por otros actores en películas previas[5], se dilucida cómo todo su entorno le da el “empujón” que le hace falta para llegar a la locura. Aunque Arthur quisiera llevar una vida normal a pesar de su enfermedad, es la misma sociedad y el Estado quienes lo excluyen y sitúan al borde de su actuar criminal.

Como se puso expuso desde un principio, esta idea la podemos ver reflejada no solo en enfermos mentales, sino en las conductas delictivas que tienen lugar en contextos marginales, precarios y violentos. El símil de la situación de los infractores de bajos recursos con el Joker es debido a que el sujeto activo de la conducta criminal ha crecido envuelto en situaciones de violencia que suponen la visión del delito como un escape de su miseria y no como un acto reprochable que traerá consecuencias adversas.

Se debe tener en cuenta que estas personas no tienen un abanico de posibilidades en su vida, sino que sus opciones se limitan a trabajar desde su infancia para subsistir sin tener la posibilidad de estudiar, o lograr sus metas educativas a través de un esfuerzo que es inimaginable para quienes tuvimos el privilegio de nacer en una familia con poder adquisitivo. ¡Hay que ser honestos!, en esta posición no se puede reprochar de la misma manera (como sí a un corrupto) la optativa de la criminalidad.

El Joker además se convierte, sin esperarlo, en inspiración y casi símbolo de las protestas de Ciudad Gótica, pero a través de la trama es evidente su desinterés por las protestas. Entonces, ¿por qué se los manifestantes se identifican con él?: Desde el comienzo de la película se evidencia un estado de anomia[6] marcado por una violencia exacerbada y una interacción hostil entre sus habitantes, quienes ya no respetan las reglas de conducta normativas ni sociales. La lucha de clases en Ciudad Gótica en la que los manifestantes promueven iracundos el odio contra “los ricos” es reflejo de lo sucedido a nivel individual en la vida del protagonista, pues quienes protestan parecen estar tan inmersos en la desesperanza que prefieren el caos a volver a la normalidad en la cual la desigualdad social impera. El gobierno debe tener cuidado con causar ese estado de desesperanza y furia en sus ciudadanos, pues esto, en conjunto con la indignación de no sentirse representados, conducen a que inevitablemente se inicie una revolución[7].

Es inevitable la comparación de Ciudad Gótica con las protestas en Latinoamérica desencadenadas por la desesperación de lidiar durante años una pluralidad de problemas causados por el Estado y, además, por sentirse ignorados por el gobierno. En el caso colombiano, la tensión actual surge de la inconformidad generalizada en los ciudadanos producida, entre otros, porque no se brindan los derechos básicos a los que toda la población debe acceder, como salud y educación pública, gratuita y de calidad. Por otro lado, la ciudadanía ha rechazado vehementemente la negligencia del gobierno actual que ha causado asesinatos a líderes sociales e indígenas de manera prolongada frente a los cuales no se ha presentado ninguna medida que les garantice su seguridad y, por si fuera poco, la bomba lanzada por las fuerzas militares con la que murieron alrededor de 11 niños reclutados ilegalmente. Todo lo anterior llevó a gran parte de la población a decretar un paro nacional en el que los ciudadanos han salido a las calles para exigir sus derechos, algo nunca visto y que promete mantenerse hasta que el gobierno llegue a un acuerdo que satisfaga los intereses de la ciudadanía.Como se puede evidenciar, el abandono y negligencia estatal puede desencadenar todo tipo de males para la sociedad, pues la inconformidad social conduce a protestas caóticas en la búsqueda legítima de justicia social o incluso a la comisión de delitos. A nivel colectivo se debe reevaluar la política gubernamental que se lleva sin consideración a las necesidades e intereses de la ciudadanía y favoreciendo a los pocos que ostentan el poder político y económico. A nivel individual es necesario analizar si el sistema criminal está funcionando o, por el contrario, es selectivo con grupos vulnerables que han nacido y han estado desde siempre inevitablemente expuestas a la violencia y al mundo criminal. Se debe prestar atención a la fallida política criminal actual, que en vez de enfocarse en la resocialización como establece nuestra constitución, se basa en una política de la estigmatización, que marginaliza y excluye aún más a la persona que comete el ilícito penal.

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[1] Organización Mundial de la Salud, Trastornos mentales, recuperado el 5 de diciembre de 2019 de https://www.who.int/topics/mental_disorders/es/

[2] Se entiende como la desvalorización de los más altos valores políticos, sociales y morales.

[3] Nietzsche, F. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, L. 100, Roberto R. Aramayo, La sinrazón de la esperanza, pág. 67

[4] Es el dominio de la razón perezosa, como la llamaba Kant.

[5] La gravedad es igual que la locura, basta con un pequeño empujón, Joker en Batman: El Caballero de la Noche (2008).

[6] Para Durkheim la anomia es un mal crónico que desencadena la falta de límites a las acciones individuales; para Leo Srole, la anomia surge de la desintegración social y no de la falta de regulación, como sería para Durkheim (Leo Srole en Lidia Girola, pág. 77-79 y Durkheim, La División del Trabajo Social, en El Suicidio (1897).

[7] Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar. Marx, 1848, refiriendose a la revolución.