Las alternativas de resocialización en Colombia son posibles

Por: Angela Ahumada, Monitora del Centro de Investigación en Política Criminal

A finales del pasado mes de junio el Ministro de Justicia Wilson Ruiz junto con las personas privadas de la libertad de la Colonia Agrícola de Mínima Seguridad (CAMIS) de Acacias (Meta) sembraron 5.000 árboles dentro del programa de reforestación del cual hacen parte los internos. La colonia fue creada mediante Disposición Gubernamental según Decreto 1138 del 19 de Julio de 1930 con el nombre de colonia Penal de Oriente en una extensión aproximada de 300.000 hectáreas que cubrían terrenos de los hoy municipios de: Guayabetal, Villavicencio, Guamal entre otros.[1]

Actualmente la colonia agrícola cuenta con 8 campamentos en los que se distribuyen los 13 proyectos productivos al aire libre que realizan los internos, entre los que se encuentran proyectos de piscicultura, ganadería, porcicultura, cultivo de lombrices y panadería, así como la elaboración de panela y cosecha de plátano y yuca. Los productos agrícolas elaborados dentro de la colonia se comercializan y son fuente de algunos de los recursos para el sostenimiento de la institución. Adicionalmente reciben clases por parte del SENA y de los comandantes del INPEC, quienes están capacitados para instruirlos en las actividades que se desarrollan dentro de cada proyecto. Algunos internos incluso han tenido la posibilidad de asistir a un colegio cercano para validar el bachillerato. Una vez están en la colonia los internos tienen la obligación de trabajar, para mantenerse en la colonia y como regla principal, quien no labora no puede vivir en la colonia.

El tratamiento resocializador dentro de la colonia está compuesto por los siguientes elementos: la clasificación de acuerdo con el perfil del interno para su atención, la disciplina en la institución y la modulación de la pena de acuerdo con el avance o retroceso dentro del tratamiento (La modulación de la pena en el tratamiento penitenciario hace referencia al conjunto de instrumentos enlazados, dedicados a operar sobre el sujeto que se va a tratar y se visibilizan distintos matices del procedimiento penitenciario[2]. Para poder ingresar a la colonia las personas privadas de la libertad deben haber cumplido en otro centro penitenciario por lo menos la mitad de su pena es decir que cada interno que llega a la colonia debe pasar primero por un proceso de rehabilitación en un patio ordinario, haber tenido una buena conducta y que la condena restante no exceda los cinco años. Al momento del ingreso en la colonia los internos con adicción a las drogas pueden decidir voluntariamente si pueden ser parte del programa de desintoxicación en el Centro Terapéutico de la colonia. El tratamiento penitenciario combina distintas prácticas, así integra el trabajo y la educación de carácter rural, la atención psicológica y médica como partes esenciales para el proceso resocializador de la persona recluida.[3]

Algunos miembros del INPEC quienes trabajan allí han manifestado que estos proyectos fomentan hábitos de responsabilidad, disciplina y trabajo en equipo entre los internos, así como que ver a los internos al aire libre es bueno para ellos pues evidencian como su disposición para trabajar y aprender es más notoria que en un centro penitenciario regular, los internos aprovechan la oportunidad de trabajar de una mejor manera y tienen menores niveles de ansiedad y agresividad según los funcionarios. Por su parte los internos reconocen que el poder aprender sobre estas actividades, en palabras de uno de los integrantes del programa, les permiten proyectar una vida laboral en la legalidad y proyectos de emprendimiento que quieren iniciar al momento de recuperar su libertad, así como que han aprendido a valorar más la naturaleza, y han aprendido a convivir, tolerar a los otros y relacionarse de mejor manera.[4]

Si bien el programa no es perfecto, es una gran muestra de que es posible la creación y puesta en marcha de programas de resocialización y cumplimiento de penas alternativo a la privación de la libertad intramural, con enfoques integrales que comprendan entre otras cosas la salud física y mental de los internos.

En Colombia el populismo punitivo ha hecho un gran daño haciendo creer de forma errónea que la prisión es el único medio de resarcir o cumplir con una pena, o que entre mayor sea una pena de prisión el incentivo para no incurrir en un tipo penal y mantenerse en la legalidad es mayor, todo esto llevándonos a la crisis carcelaria que atravesamos en estos momentos que por su gravedad fue declarada como Estado de Cosas Inconstitucional por parte de la Corte Constitucional. Es importante visibilizar programas como los de la CAMIS de Acacias para que la sociedad los conozca, reconozca su utilidad y los acoja como el camino para la construcción de una sociedad de cuidado en nuestro país donde se priorice la sostenibilidad de la vida cuidando a las personas y donde las penas humanizantes y restaurativas sean una constante.

Bibliografía

https://www.cepal.org/es/subtemas/sociedad-cuidado#

[1] https://www.inpec.gov.co/institucion/organizacion/establecimientos-penitenciarios/regional-central/camis-acacias

[2] La modulación de la pena en el tratamiento penitenciario hace referencia al conjunto de instrumentos enlazados, dedicados a operar sobre el sujeto que se va a tratar y se visibilizan distintos matices del procedimiento penitenciario. Huertas Díaz Omar, Morales Iván, Rosero Sharita, Control y disciplina en la Colonia Agrícola de Mínima Seguridad de Acacias: resocializar o dominar los cuerpos. Iustitia. Enero – diciembre de 2014 pág. 81-101

[3] Bis

[4] Resocialización en la Colonia Agrícola, https://www.youtube.com/watch?v=ld9hukiXpZY