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21 de octubre de 2016

La Revolución negra del Egipto de Al-Sisi

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Con el paso del tiempo la revolución de los jóvenes o revolución blanca se convirtió en la revolución negra. Tras la caída de Hosni Mubarak y posteriormente de Mohamed Morsi, los militares al mando de Egipto, las únicas obras visibles construidas en tiempo récord son más de 19 cárceles a donde van a parar los opositores al régimen o personas apenas sospechosas de serlo, quienes sin ninguna garantía del debido proceso frente a cargos criminales permanecen detenidos preventivamente, sometidos a torturas e interrogatorios constantes que degradan la condición humana.

 

Dentro de esos complejos carcelarios -donde están hacinadas aproximadamente 106.000 personas entre ellos 60.000 presos políticos o de conciencia, según Informe de  Ahmed Gamal Ziada, investigador de la Red Árabe para la información de Derechos Humanos sobre la realidad oculta por las autoridades locales-, han sido instaladas salas de audiencia y despachos judiciales, demostrando con ello quién tiene el verdadero poder sobre las decisiones por delitos que allí se toman.

 

Amnistía internacional y otras organizaciones de derechos humanos han hecho innumerables esfuerzos por establecer lo que ocurre en dichas cárceles a partir de datos recogidos de testimonios de abogados, internos y familiares que relatan las condiciones infrahumanas que se viven en esas prisiones escondidas por el propio estado egipcio a los ojos del mundo, pero ciertamente constituidas en una realidad deprimente y desoladora para los Egipcios quienes apenas hace 5 años aspiraban a que con la revolución, participando en la calle y logrando la caída de Mubarak, florecería un nuevo país lleno de democracia, respeto a los derechos humanos y condiciones para recobrar su grandeza histórica. Pero la realidad de los aconteceres ocurridos en esa nación dan cuenta de que esa aspiración de los Egipcios ha sucumbido a los intereses y el poder militar de  Abdelfatah Al-Sisi quien ha desatado una ola de terror y represión en Egipto.

Fuente:

http://www.elmundo.es/internacional/2016/10/16/580208c3468aeb05508b4619.html